La verdad y la presión social: El ejemplo de los cubrebocas
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Estamos
atravesando momentos históricos, llenos de incertidumbres y controversias; el
desorden político, científico y social que ha traído la pandemia nos obligan a repensar qué es lo que consideramos como "verdad" (y aún más importante, quién lo dictamina). Ésto queda en evidencia si observamos algunos ejemplos. Podemos empezar por el caso de los famosos "cubrebocas":
Antes del mes de abril, a pesar que la enfermedad ya estaba diseminándose en occidente, la OMS y el CDC habían dictado
recomendaciones de que no era necesario que la población general (es decir,
sin patologías de base) utilizara mascarillas faciales. Inclusive desaconsejaban que así lo hicieran (A fines de evitar el desabastecimiento para quienes sí las necesitaban)(1, 2).
Éstas recomendaciones se basaban en informes que señalaron
que las partículas contagiosas liberadas por la vía aérea de los enfermos, eran
capaces de atravesar los barbijos quirúrgicos convencionales, siendo el barbijo
de tipo N95 la única opción “científicamente” recomendable para evitar un
contagio. (3)
Lógicamente, las grandes organizaciones de salud no podían sugerir la
utilización masiva de estos barbijos N95; en primer lugar, porque hubiese sido
injustificado en lugares de bajo riesgo; en segundo lugar, porque hubiesen
generado un desabastecimiento imperdonable (dado que es el personal de salud el
que sufre la falta de equipo de protección personal); y en tercer lugar, debido
al alto precio del barbijo en cuestión (alrededor de $700 la unidad,
descartable para un uso)*. Esto dejó reservada (en su momento) la recomendación del barbijo N95 solamente a quienes estuviesen en contacto con casos muy probables o confirmados de COVID-19.
Los barbijos quirúrgicos (tricapa) -según la OMS- eran útiles para reducir el contagio solamente si se acompañaban del resto de las medidas de protección e higiene.
Como es de esperar, la histeria colectiva consiguió que, a
pesar de las recomendaciones, muchas personas empezaran a comprar, abastecerse
de, y hasta a usar barbijos quirúrgicos y N95; inclusive en lugares donde no
había circulación viral. (Esto también fue nocivo para los profesionales de
salud que nos hallamos “lavando” barbijos usados por no conseguir más)
La CDC retractó su punto de vista el 3 de abril cuando empezó a sugerir el uso de cubrebocas "no-médicos" en la población general. Esta recomendación cumplió una doble función: aliviar la angustia de la población, y a la vez, tratar de preservar los insumos médicos para quienes los requirieran. Ahora bien, ¿Esta medida obedeció a la evidencia científica disponible? ¿Fue una medida para preservar los insumos médicos? ¿Para aliviar la histeria de la población? Actualmente la OMS sigue informando que no existe la suficiente cantidad de evidencia para recomendar a favor o en contra del uso de mascarillas no médicas (como medio de prevención para el coronavirus)(4) Aún así, ya están circulando revisiones "científicas" que sugieren que el uso masivo de cubrebocas reduciría considerablemente el contagio del virus, y debería implementarse (5)
A medida que la pandemia fue avanzando, muchos gobiernos comenzaron a recomendar el uso de cubrebocas caseros “en caso de concurrir a lugares masivos” o “para
salir a la calle”. Recomendación que en algunos casos –como el de Argentina-
terminó volviéndose una norma legal: no
se puede circular por la vía pública sin un cubrebocas.
Eventualmente pasamos de usar un
super efectivo N95 solo en casos de alto riesgo; a sugerir el uso de dudosos
paños caseros en poblaciones sin riesgo conocido.
¿Recomendaciónes basadas en hechos, recomendaciónes "por las dudas", o por presión social? Cuando un médico atiende a un paciente con un cuadro viral o fatiga, es común que se presente la pregunta: “¿Y no me va a dar antibióticos? ¿No me va a dar vitaminas? Yo vine para que me haga algo doctor”. A las personas a veces, no les basta con la respuesta, Necesitan saber que están haciendo algo. Necesitan creer que tienenalgo de control sobre lo que está sucediendo.
La verdad y la Presión Social. Sabemos que la verdad es mutable. Lo que hoy
es cierto puede que mañana no lo sea. ¿Pero quién determina esta mutación? ¿La
determinan los hechos? ¿La experiencia? ¿La incertidumbre? ¿El miedo? ¿La
sociedad? Sería interesante imaginar que los gobiernos cambiaron de opinión y
terminaron contradiciendo a la OMS por mera presión social. Por una presión que ejerció la sociedad sobre el
gobierno para “hacer algo”, para que “hagan algo”.
En este caso se analiza la evolución de las recomendaciones en torno a algo "sencillo" como los barbijos pero, ¿y si transpolamos este análisis a decisiones de salud pública más complejas? Como ser p.ej, la duración de las cuarentenas.
En la Ciudad de Corrientes (Argentina) se observó una situación particular: ante 4 casos positivos de COVID-19, el gobierno local (bajo consejo de autoridades sanitarias) ordenó aislar por 14 días un barrio entero de la Ciudad. En su momento la medida se presentó como una decisión definitiva; pero en menos de una semana terminó revirtiéndose. (Quizás por un nuevo análisis epidemiológico, por testeos negativos de algún que otro familiar del paciente, o quizás, por la presión del barrio que cada día elevaba más demandas al gobierno: gas, efectivo, atención sanitaria, alimentos, etc.) (6, 7, 8)
Claramente no es un momento donde las decisiones de salud pública sean guiadas solamente por los datos "científicos", y está bien que así sea: la ciencia es enemiga de las situaciones de emergencia; no se pueden elaborar grandes estudios y ensayos, con el rigor apropiado, para proveer una respuesta fiable, cuando el tiempo es tan escaso. La medicina se ve obligada a "tantear en la oscuridad". Se vuelve "más arte que ciencia" ¿Pero es esto excusa para que las decisiones de salud pública sean sometidas a la presión social -o a un peor- a intereses políticos y económicos? ¿O son al fin y al cabo éstos los que constructores de paradigmas?
3. World Health Organization. (2020). Rational use of personal protective equipment for coronavirus disease ( COVID-19) and considerations during severe shortages: interim guidance, 6 April 2020 (No. WHO/2019-nCov/IPC_PPE_use/2020.3). World Health Organization.
3. World Health Organization. (2020). Advice on the use of masks in the context of COVID-19: interim guidance, 6 April 2020 (No. WHO/2019-nCov/IPC_Masks/2020.3). World Health Organization.
4. Howard, J., Huang, A., Li, Z., Tufekci, Z., Zdimal, V., van der Westhuizen, H. M., ... & Tang, V. (2020). Face masks against COVID-19: an evidence review.
5.Cooperativa La Prensa. (Abril, 2020) "Corrientes: aislaron a un barrio por casos de COVID-19". Tomado de:
Las veces que lo pregunté, siempre obtuve respuestas distintas; Algunas personas me decían que en invierno necesitábamos comer más porque hacía frío , otras que en invierno es más difícil adelgazar porque el metabolismo "se duerme" , o que en invierno teníamos más hambre... En éste post vamos a analizar unos estudios científicos que nos dirán la verdad sobre el metabolismo y las calorías en invierno. ¿El frío hace que gastemos más energía? ¿Es cierto que nuestro cuerpo gasta más calorías para mantenerlo caliente? En Cambridge, se realizó un estudio en el cual 10 mujeres debían pasar 24 horas a 28 Cº, y luego vivir otras 24 horas a 22 Cº (1) . Todo el tiempo se midió con calorímetro su consumo de energía, perdida de calor y sudoración, y siempre llevaron puesto el mismo abrigo (Tanto a 22 como a 28 Cº). En ningún momento se las dejó temblar de frío. El estudio dio como resultado, que a 22 Cº en un día entero, habían gastado (en promedio) 543 KJ más que a 28 Cº ( 1
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Cuando uno toma medidas de Salud Públíca, espera que beneficie a sus ciudadanos de manera íntegra en cuanto a lo que respecta la salud (Bio-psico-social-mente). Una de las medidas de salud pública de la que más hemos sufrido en los últimos tiempos en la infame #curva epidemiológica. Describimos mejor en qué consisten las particularidades de una curva epidemiológica en artículos anteriores. En éste, nos detendremos a criticar el efecto deletéreo que tuvo en el interior del país el mantener una cuarentena tan prolongada en el tiempo, que al fin y al cabo cumplió con objetivos "inutiles" que terminaron satisfaciendo a una población "ignorante". Estos hechos giran en torno al carácter "estacional" de algunos virus.
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